viernes, 15 de mayo de 2009

Para que no me olvide

Un encuentro con William Ernesto Centellas.


En la soleada mañana del 7 de Mayo y acompañado de Jaime Loayza, Director de la Fundación Pachamama, institución construida a pulso, ladrillo sobre ladrillo, libro sobre libro, tabla sobre tabla para que, niños, jóvenes, adultos y abuelos vengan a divertirse con la cultura en la Capital de Bolivia, decidimos visitar al exquisito intérprete del charango, al compositor, al impulsor de la presencia de nuestro instrumento en los escenarios internacionales.


Saliendo de la Fundación Pachamama, disfrutamos de la arquitectura de la Estación Ferroviaria Aniceto Arce que mira al Parque Simón Bolívar donde los estudiantes todavía pasan y repasan sus textos de estudio. A la derecha se alza la gran casona.


Luego de flanquear un amplio jardín y saludando a quienes lo pasean y cuidan, llegamos a una habitación donde aguardamos unos minutos.
Se me ocurrió imaginar un escenario donde el artista se hacía esperar. Varios micrófonos detrás de los cuales se instalan los músicos. Un guitarrista, un quenista, un percusionista, luces que resaltan los colores del aguayo que decora el “tonkoro”, instrumento de percusión en base de bambúes o tacuaras, creado por William Ernesto.


Ahí llega el artista a instalarse en el centro de la habitación, firme, como cargando todas sus melodías para hacer la ceremonia de entrega al público que aplaude. Trae buen semblante a pesar de los músculos tensos, la mirada concentrada y el caminar lento. Sus canas se asoman bajo el gorro de abuelo, su vieja chalina completa el abrigo de camiseta y pulcra camisa contrastando con la llamativa chamarra roja. Nos miramos y nos confundimos en un abrazo. No necesitamos preguntar cómo estábamos, no necesitamos contarnos de nuestros éxitos, de nuestros viajes y nuestros escenarios. Nos confundimos en un segundo abrazo y le canté al oído la canción que me regaló el año 1972, regalo que incluía la letra de Marina, su compañera.


Mariposa nocturna
Música: W. Ernesto Centellas
Letra: Marina de Centellas.


Mariposa nocturna
Por qué tu me cautivaste
Plegando tus alas bonitas
Dormida quedaste.

El fresco aire de la noche
Te despertó y te fuiste
Y en el infinito tu alas
Blancas se perdieron.

Ahora yo no se qué voy a hacer
Sin tu cariñito
Espeso bosque despertaste
Cautivadora.

Nuestros corazones percutían nuestros pechos y sentimos el silencioso aplauso de un público frenético. William Ernesto esbozó una sonrisa y moduló un prolongado grito.


El tercer abrazo fue de despedida y de promesa del regreso para guitarrear, para cantar, para charanguear, para agradecer a Marina por el maternal cuidado y sobre todo: Para que no me olvide. Si...sobre todo... Para que no me olvide.