martes, 15 de julio de 2008

Vida, pasión y muerte de Alfredo Domínguez (Segunda parte)

! Si señora ¡

1974. Tres años a salto de mata. Con Cecilia subíamos y bajábamos la calle Sagárnaga como atraídos por algo inexplicable, hasta que decidimos convocar a Ernesto Cavour para reabrir la Peña Naira en homenaje a esa historia que fue interrumpida con la clausura de la Galería acusada de no pagar impuestos. Pagamos supuestos impuestos, rescatamos las tradicionales sillas, los funcionarios no quisieron entregarnos las pinturas confiscadas. Nos hicieron firmar compromisos de sano comportamiento político, allá nos dimos cuenta del verdadero motivo de la clausura. Después de meses de trámite, nos dieron el permiso para volver a funcionar.
Con Jean Pierre Tumoine y Alain Mesili diseñamos un afiche para anunciar el retorno de la Peña y Galería Naira y la presentación de Alfredo Domínguez, Ernesto Cavour, Luís Rico y Lucho Cavour para reconstruir la historia del trío. Pegamos el afiche en las paredes de la ciudad con ese aire de clandestinidad y derecho a hacer cultura.
Ahí estaba Alfredo Domínguez con su guitarra que junto a Ernesto y Lucho Cavour nos traían a la memoria, la notoria ausencia del Gringo Favré, Julio Godoy y Yayo Jofré, cantando y contando sus impresiones en el viejo continente donde desarrolló actividades musicales y pictóricas en el grabado.
Alfredo siempre guardó distancia con sus compañeros de viaje y en su acostumbrada ética, toma el charango y sin intensión de pisarle el poncho al maestro Cavour, hualaychea con el charango dándole un aire picaresco a este instrumento.
Alfredo no admitía la canción protesta argumentando que ésta se basaba en postulados ideológicos de partidos políticos de izquierda, pero en su canto sencillo, mostraba el sufrimiento de los campesinos obligados a emigrar a la zafra argentina a sufrir la explotación en los ardientes cañaverales de Tucumán y el doloroso retorno expresado en esta copla: “Ahora que vuelve a su tierra/ Gritando evoca un carajo/ Viva mi Patria Bolivia/ aunque no haya trabajo/. Su obra cumbre “Vida, pasión y muerte de Juan Cutipa” mostraba la cotidianidad de los campesinos que se vuelven mineros.
Alfredo Domínguez aprendió a nadar en el río Tupiza y llegó a competir en la piscina del estadio de la capital chicheña.
El fino humor ponía en ridículo la discriminación y las reglas de urbanidad europea, terminando, como es de justicia, mofándose de si mismo. Dicen que soy mentiroso/ Pucha eso si es mentira/ Lo acepto, soy mentiroso/ Pa´ que vean que no miento.
Si señora
Esto pasó en Suiza. Allá los obreros, es decir los albañiles, los mozos, los que barren las calles, son sobre todo, italianos y españoles. Una vez, una señora me mira y me dice:
-¿Es usted brasilero señor?
-No señora, yo soy boliviano.
- boliviano? boliviano?..!Ah! un otro italiano

Otra señora. Me mira y me dice
-¿De dónde es usted?
-De Bolivia señora.
-¿Dónde está Bolivia?
-Lejos
-Pero, ¿cómo has hecho para llegar hasta aquí?
-He nadao pues señora.

Otra señora. Se ha muerto esta señora. Me mira y me dice.
-Yo estoy segura que tu eres un indio.
- Si señora.
- Pero, ¿dónde están tus plumas?
- En la aduana me han quitao pues señora.

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